El árbitro Felipe Jara compatibiliza sus labores como kinesiólogo en ese establecimiento de salud durante la pandemia y el retorno a las prácticas junto al plantel referil en el Complejo Quilín.
Por Camilo Rey
Entre las canchas de Quilín y los pasillos del Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz, el contraste es muy fuerte. Sin embargo, el árbitro Felipe Jara se acostumbró a ese cambio brusco de ambiente desde que comenzó a cumplir sus funciones como kinesiólogo en ese importante hospital capitalino, poco antes de retomarse la preparación de los jueces para la vuelta del fútbol chileno.
Ambas pasiones se complementan entre las motivaciones actuales del juez, que debutó en 2015 dirigiendo el partido Valdivia-Trasandino por la Segunda División. “El primer arbitraje no se olvida y deja muchas enseñanzas. Seguramente, con la experiencia actual en Primera B, dirigiría distinto ese mismo encuentro y todo sería más fácil”, reconoce, a pocos minutos de iniciar su turno en el Psiquiátrico.
-¿Cómo ha sido esta carrera compartida entre el fútbol y la kinesiología?
– Me titulé de kinesiólogo el 2013 y entonces empecé a trabajar en forma independiente, porque en esta profesión necesitamos movilidad laboral para seguir como árbitros; no todas las instituciones dan las facilidades para dirigir cuando uno tiene que hacerlo. Durante la contingencia sanitaria se abrió una postulación hace unos meses y me invitaron a participar en el Instituto Psiquiátrico. Obviamente, el Covid-19 no está ajeno en la emergencia, y atiendo pacientes de mediana o baja complejidad, que han sufrido estos brotes en el hospital. Estoy en la Unidad Covid, trabajando directamente también en la primera línea junto al equipo médico en esta pandemia.
-¿En qué consiste esa labor en una crisis sanitaria tan grave?
– En el Instituto buscaron sumar a un kinesiólogo que apoyara la práctica respiratoria. Estoy a cargo de los pacientes que ingresan al sector con complicaciones y compromiso respiratorio, ya que muchos de ellos generan cuadros de neumonía. Dependiendo de la gravedad, algunos se manejan de forma farmacológica y con técnicas kinésicas de manipulación, de aumentar el flujo aéreo… Ellos son pacientes siquiátricos con Covid, entonces hay una doble complejidad, aunque a mí se me hizo un poco mas fácil porque cuando salí de la universidad estuve un año acá en forma externa, atendiendo pacientes del área mísculo esquelética… Los pacientes que están postrados, hay que moverlos y fortalecerlos, para evitar el deterioro.
– Su responsabilidad es mucho más trascendente que equivocarse por ejemplo en un fuera de juego, sin dudas…
– Uno se enfrenta a un paciente siquiátrico y es fuerte el estrés de estar expuesto a la probabilidad de poder contagiarse. Es un temor que ahora uno lo normaliza porque estamos con todas las protecciones y herramientas que necesitamos. Yo me compré una mascara full face de 3M especial que me cubre toda la cara con los filtros respectivos, así que trabajo más tranquilo. Hasta ahora me controlo cada dos semanas con los test de PCR y todo va bien, esperando mantenernos así durante toda la pandemia. Pero la primera experiencia de entrar a a una Unidad Covid es estresante: uno se prepara y sabe que puede estar en el riesgo de contagiarse y, aún mas, enfrentar cara a cara al paciente contagiado con el virus.
-En rigor, parece bastante más duro y exigente que arbitrar un clásico, Felipe.
– Ya bajó un poco la carga, pero en otro momento estuvimos al menos con 12 pacientes con requerimientos de oxígeno, en distintas unidades. Yo pasaba 6 horas adentro de la unidad evaluando y ayudando a los pacientes. Fue una pega muy dura, pero hoy bajó un poco. La dificultad del Psiquiátrico es que nunca fue pensado como un recinto hospitalario de asistencia clínica. Por ello, los pacientes que se agravan más son derivados al Hospital San José, según el análisis del equipo médico. Acá llegan pacientes agudos que entran por urgencia y otros que son de larga estadía, donde hay incluso personas que llevan 30 años internados acá. El problema fue cuando el brote de Covid llega a esa área de larga estadía, donde hay adultos mayores, de riesgo, pero el manejo fue lo bastante bueno para que no hubiera decesos.
-¿Y cómo ha sido la vuelta a las canchas, a la preparación propia del arbitraje?
– Volvimos a entrenar y ha sido muy positivo. Uno extraña el hecho de sentir de nuevo el pasto, la cancha, a correr con libertad, cumpliendo -claro- con estrictas normas sanitarias. Cuando uno les comenta a los médicos deportólogos que trabaja en estas unidades, como que se “espantan” también, pero les digo que al final me siento mas protegido acá que yendo a comprar en el supermercado… Hemos desarrollado una buena preparación, cada vez mas intensa, buscando la parte aeróbica. Hay cosas que son inherentes al juego, que se ganan con los partidos, y pienso que después de la cuarta fecha vamos a estar más sintonizados, pero ahora nos esforzamos para llegar con la mejor capacidad técnica y física posible. Lo ideal es que cada uno sea protector de su cuerpo, porque quien se exigen más de la cuenta corre el riesgos de lesionarse.